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Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Miles de personas en el mundo han recuperado
la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Diversidad de las personas orantes

Debido a que cada persona es distinta en su ser, en su sentir y en su actuar, el “trato de amistad” con Dios va adquiriendo en cada persona orante novedades y matices originales dentro del más diverso y admirable abanico: según los estados de ánimo, diferencia de edades, ritmos de crecimiento, disposiciones psicosomáticas, humor…

No sólo la oración de cada persona será esencialmente diferenciada, sino que la oración de una misma persona puede ir variando de una época a otra, de un tiempo a otro, incluso de un día para otro. Una será la oración de un tipo intelectual, otra la oración de un tipo afectivo.

La relación de cada persona con su mundo circundante es diferente. La manera de enfrentar y afrontar el mundo que lo rodea o las personas con quienes trata, es diferente en un niño, en un adolescente, en un varón, en una mujer, en un anciano.

El encuentro con su mundo circundante es diferente para un audaz y para un tímido, para un impaciente o para un sosegado. De la misma manera va cambiando el encuentro con Dios.

La posibilidad de concebir pensamientos más profundos, la estabilidad emocional, la capacidad de decisión y perseverancia dependen de la edad cronológica algunas veces, pero muy a menudo dependen de causas desconocidas para nosotros.

Todos estos factores influyen decisivamente en la calidad y en la profundidad de la oración. El fervor juvenil les parece a algunos adultos un puro sentimentalismo. Otros consideran aquel fervor —muerto ya— como la pérdida irreparable de un bello tesoro y lo echan de menos.

El encuentro con Dios, como parte integrante de la vida, irá adaptándose a las disposiciones cambiantes de la persona. La preocupación, la enfermedad, la depresión, la euforia, la simple fatiga, finalmente un “no sé qué” imponderable dificultan, imposibilitan o favorecen una u otra clase de encuentros con Dios.

Como tratar con alguien es vivir, y vivir es adaptarse, el trato de amistad con Dios irá adaptándose con dinamismo y flexibilidad a cada persona y sus circunstancias, utilizando alternadamente los medios u obstáculos, entusiasmo o aridez, inteligencia o imaginación, la devoción o la fe árida, originando formas nuevas y modalidades inesperadas en cada alma.

Del libro de Padre Ignacio Larrañaga Muéstrame tu Rostro