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Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Miles de personas en el mundo han recuperado
la alegría y el encanto de la vida.

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Padre Ignacio Larrañaga

Práctica liberadora

El hombre es esclavo de sí mismo y de sus apropiaciones, y la esclavitud consiste en la idolatría o egolatría: todo su problema está en desplazar al “dios-yo” y reemplazarlo por el Dios verdadero.

El problema, pues, es uno: vaciarse verdaderamente de sí mismo, extinguir la llama del yo, ir desprendiendo pacientemente las mil y una adherencias y apropiaciones.

Vive atento a ti mismo. Permanece intuitivamente asomado a tu mundo de las intenciones, alumbrando con la lámpara de la autocrítica los motivos que engendran tus reacciones y mueven tus acciones, observando y convenciéndote de la falacia de esa imagen ilusoria de ti mismo.

Sé riguroso contigo mismo: mira que el yo te va a reclamar ahora un bocado de autocompasión, luego te exigirá un momento de auto satisfacción, más tarde llorará pidiéndote que lo defiendas, te suplicará que no le dejes en ridículo, te hablará en el nombre de la razón y de la objetividad, te sacara a relucir conceptos elevados como autorrealización, te precaverá contra el peligro del masoquismo y autodestrucción, te dirá que no hay que confundir la humildad con la humillación… Nunca faltarán explicaciones, excusas, justificaciones, en tu intimidad ¡Cuidado!

No te dejes ofuscar, mantente frío, se implacable: no le des satisfacciones a esa fiera hambrienta. cuanto mejor la alimentes, mayor tiranía ejercerá sobre ti.

Si hablan desfavorable mente de ti, no te importe nada, quédate en silencio, no te defiendas, deja que se de sangre el amor propio. No te justifiques, dando explicaciones para quedar bien, si tus proyectos no salieron a la medida de tus deseos. Es preferible un poco más de humildad(libertad) que es un poco más de prestigio.

No busques aprobación y elogios en tus actuaciones ni abierta ni disfrazadamente. Si calculas que, presentándote ante este grupo, te van a felicitar por tu actuación, no vayas. Hay maneras camufladas de mendigar elogios o reunirlos: evítalos. Evita hablar de ti mismo o de tus asuntos. No busques disfrazadamente aplausos y parabienes.

Es, sobre todo, en tu intimidad donde se libra la principal lucha liberadora; rectifica incesantemente las intenciones: que solo Dios sea la única causa móvil de tu quehacer.

Sin embargo, no transformes esta lucha liberadora en un deporte ascético, sino en un pisar las pisadas de Jesús.

Piensa, imagina al Pobre de Nazaret rehuyendo tenazmente cualquier popularidad, quedándose una y otra vez en silencio ante los acusadores cuando los jueces lo invitaban a defenderse, o echando mano de su divinidad para librarse de la muerte y de otros tragos amargos, siendo uno de tantos en la vulgaridad de Nazaret, escondiendo celosamente en el anonimato el resplandor de su divinidad.

Si el cristiano quiere asomarse a los abismos últimos del misterio viviente de Jesús, si queremos reducir a una síntesis magistral todo cuanto Jesús era, sentía, pensaba y soñaba, he aquí su fotografía: “Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón y hallarán descanso para sus almas”. he aquí el placer fundamental del cristiano: vivir mirando al pozo infinito de Jesús, hecho de silencio, vacío, humildad y anonadamiento, y suplicar ardientemente y pedir su disposición interior: dame tu corazón pobre y humilde.

Si así vas retirando el aceite, la llama acabará por apagarse y habrás ganado la batalla de la libertad.

Tomado del Libro “Transfiguración” de Padre Ignacio Larrañaga OFM

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