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Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Miles de personas en el mundo han recuperado
la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

En medio del silencio el Verbo se encarnó

El silencio se paró y se encarnó en María juntamente con el Verbo. En estos nueve meses, la Madre no necesitó rezar, si por rezar se entiende vocalizar sentimientos o conceptos. Nunca la comunicación es tan profunda como cuando no se dice nada; y nunca el silencio es tan elocuente como cuando nada se comunica.

Aquí, durante estos nueve meses, todo se paralizó; y «en» María y «con» María, todo se identificó: el tiempo, el espacio, la eternidad, la palabra, la música, el silencio, la Madre, Dios. Todo quedó asumido y divinizado. El Verbo se hizo carne.

En la noche de Navidad, la Madre se vistió de dulzura y el silencio escaló su más alta cumbre. Aquí no hay casa. No hay cuna. No hay matrona. Estamos de noche. Todo es silencio.

La noche de Navidad está llena de movimiento: llega la hora de dar a luz, la Madre da a luz, envuelve en pañales al recién nacido, lo acuesta en un pesebre, la música angelical rompe el silencio nocturno, el ángel comunica a los pastores la noticia de que ha llegado el Esperado, les da la contraseña para identificarlo, vámonos rápidamente —dicen los pastores—, llegan a la gruta, encuentran a María, José y el Niño recostado en el pesebre, seguramente les ofrecieron algo de comer o algún regalo, les contaron lo que habían visto y oído en esa noche, los oyentes se admiraron… Y, en medio de tanta cosa, ¿qué hacía, ¿qué decía la Madre? «María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón» (Le 2,19).

Inefable dulzura, en medio de una infinita felicidad. Y todo en silencio. Muchas madres, cuando dan a luz, lloran de alegría. Podemos imaginar la intensidad de la alegría de la Madre. Nunca la experiencia es tan profunda como cuando no se dice nada.

Tomado del apartado: “El prodigio se consumó” del Capítulo III del Libro: “El silencio de María” de padre Ignacio Larrañaga.

FELIZ Y SANTA NAVIDAD 2024

«Y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Juan 1:14)

 

 

Alegría por el Don del Amor.

¡Santa y Luminosa Navidad 2024!

LORENA, PURI, MERCEDES y JOSÉ JUAN

EQUIPO INTERNACIONAL

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