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Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Miles de personas en el mundo han recuperado
la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Ser y vivir como Jesus

Lo hemos repetido del principio al fin: La meta final de toda oración es nuestra transformación en Jesucristo. Cualquier trato con Dios que no conduzca a esta meta es inconfundiblemente evasión alienante. A la meta nunca se llega, cierto. Pero la vida deberá ser un proceso de transfiguración: cambio de una figura por otra.

Somos una piedra tosca que el Padre ha extraído de la cantera de la vida. Sobre esta piedra el Espíritu Santo tiene que esculpir la figura deslumbradora de nuestro Señor Jesucristo:

Misericordioso y sensible como Jesus, que no podía contemplar una aflicción sin conmoverse: porque nunca vivía “consigo”, siempre salía “con” y “para” los demás.

Manso y paciente como Jesus, que ante la negación de Pedro “se volvió y le miró” (Lc. 26, 69): una mirada de acusación pero con amor y perdón.

Comprensivo y atento como Jesus, quien exteriorizaba tan indisimuladamente su bondad con los pecadores que lo calificaron de “amigo de los publicanos y pecadores” (Mt. 11, 19).

Preferir a los pobres como Jesus, para el cual los favoritos son siempre los pobres (Lc. 6,21). Para ellos es el Reino (Lc. 6, 20). Jesus, no solamente se dedica con preferencia a los pobres sino que compartió la condición social de ellos.

Sincero y veraz como Jesus, hablar con una transparencia directa: “Sí, sí; no, no” (Mt. 5, 37), sin tener “personajes” en nuestra persona, es decir sin hablar a unos de una manera y a otros de otra. No hay cosa que tanto le repugne como la hipocresía, la mentira y la tergiversación. Una de las expresiones más hermosas del Evangelio: “La verdad os hará libres” (Jn.8, 32).

Amar siempre. Los suyos tenían una vivísima impresión: el Maestro, por encima de todo había amado. Por eso, entendieron perfectamente cuando les dijo que se amaran como El les había amado (Jn. 13, 34).

Humilde como Jesus, que rehuía la publicidad al sanar a los enfermos, al multiplicar los panes, al descender del monte de la transfiguración.

Como Jesus cuando era calumniado delante de Caifás y Pilato: “¿No te defiendes de lo que éstos te acusan?”, Jesus no respondió una sola palabra (Mt. 27, 14).

Sin preocuparse de sí mismo y preocupándose de los demás, a menudo sin tiempo para comer, ni dormir, ni descansar (Mc. 1, 35; 2, 7).

Toda la vida con Dios se dirige a esta transformación vital: y esto significa repetir otra vez en nosotros, los sentimientos, actitudes, reacciones, reflejos mentales y vitales, la conducta general de Jesus para ser y vivir como El. ¡Nuestro Guía en la ruta que conduce al Padre es Jesus!

Extractado del libro Muéstrame tu rostro del P Ignacio Larrañaga