Viaje al interior-Salmo 139
“Bendito sea aquel que confía en el Señor, pues no será defraudada su confianza en Él” (Jeremías 17,7)
¡Bendito seas Eterno e Insondable! ¡Bendito el momento en que experimenté tu inefable presencia en mí!
¡Bendito sea el día en que toda la Tierra despierte y te conozca, y no viva ya nada más que para Ti!
Querido amigo, te invito en este momento, a un viaje a tu interior, pues es en lo más profundo de ti mismo en donde podrás experimentar el amor de Dios.
Para este viaje, es preciso desentenderte ahora del mundo que te rodea y sondear los abismos profundos de tu ser. Para ello, es preciso que hagas, primeramente, un silencio externo… siéntate en una postura adecuada y relaja todo tu cuerpo y tu mente activa… No pienses nada… Sólo percibe… ya sean sonidos o el silencio… tus sentimientos… molestias o dolores físicos… pero sin analizar nada… Sólo percibir…. te ayudará el concentrarte y observar la respiración: Respira profundamente, tranquilamente, concentradamente… y así podrás desligarte, poco a poco de esos pensamientos e imágenes molestas que te vienen sin desearlas… No les prestes ninguna atención y déjalos pasar…
Sigue concentrado en la respiración hasta llegar más adentro, a una zona más profunda de ti mismo… Pero ahí también debes calmar y silenciar, sin violencia, el tumulto de tus pensamientos e inquietudes, que brotan sin control… En esta zona más profunda de ti, no debes reprimir nada… lo que brota ahí, viene de tu subconsciente… No lo niegues ni reprimas… Contémplalo y míralo con paz… hasta que se disuelva… o le dejes estar… Es bueno también relativizar todos esos sentimientos que te inquietan o te preocupan… El secreto está en dejar que las cosas sean… Repítete: Todo está bien… Hágase… Hágase…
Tómate el tiempo necesario para ir llenándote de paz, de aceptación… ayudándote de la respiración profunda, serena, sosegada……, pues es ahí, en ese silencio profundo, contemplativo… en donde tú te experimentas a ti mismo, y en donde, desde la fe, podrás decir: “Estás aquí Señor y estás conmigo”.
• Ábrete a la Luz que brota e inunda todo tu ser… Siéntela dentro de ti.
• Ábrete a la única Realidad Verdadera, la que permanecerá por siempre y para siempre, …
• Ábrete a la Fuente de la Vida, la paz y la alegría… que brota desde ti…
• ¡Oh Dulzura de estar en silencio ante Ti! …¡Estás conmigo!… Estás conmigo…
Quédate unos momentos, en contemplación, experimentando estas dos últimas frases, repitiéndolas… Sentirlas, experimentarlas… Sin analizarlas.
Ahora querido amigo, ve haciendo una lectura rezada de estos versículos tomados del Salmo 139. Haz pausas de vez en cuando, repitiendo aquellas frases que más te digan:
Señor, Tú me sondeas y me conoces:
en todo momento estoy ante Ti. Te das cuenta de mis pensamientos, lo mismo en el trabajo que en el descanso.
Sabes muy bien lo que hago, mis costumbres te son familiares:
Antes de llegar mi palabra a mi lengua, ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante, me encubres con tu palma. Lo mismo que el aire, así me rodeas Tú.
Lo creo, Señor, aunque no pueda entenderlo.
¿A dónde iré lejos de tu aliento, a dónde escaparé de tu mirada?
Tú estás aquí y allí, en el extremo del horizonte, en lo alto de la montaña, en lo profundo del mar.
No puedo ocultarme a tus ojos, porque no hay oscuridad para Ti.
Tu mano no me deja un solo momento.
Cuando quiero buscarte me esperas ya dentro de mí.
Fuiste Tú quien me dio la vida, y me formaste en el seno de mi madre.
Desde mucho antes, Tú me conocías, tenías previsto qué iba a ser de mí. Habías contado conmigo para tu obra.
Hazme sentir tu presencia en cada instante, para que haga lo que es de tu agrado y tu plan sobre mí se vea cumplido.
Oración S-4 “Tú me conoces”
Quédate en un silencio contemplativo…. Repitiendo:
“Todas mis fuentes están en Ti” ….
“Me esperas dentro de mi” …
Canto S-33 “Callemos hermanos”